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Un
nuevo libro de divulgación explica los beneficios de las algas marinas
en la alimentación humana.
Uno
de los retos a los que se enfrenta la sociedad en el siglo XXI es el de
ser capaz de alimentar a una creciente población mundial, y las algas
–uno de los recursos marinos más abundantes y menos explotados- son una
posibilidad para paliar este problema. La investigadora Elena Ibáñez y
el investigador Miguel Herrero, ambos del CSIC, describen en Las algas
que comemos (CSIC-Los Libros de la Catarata) algunas de las
características únicas que poseen estos organismos vivos para
convertirse en la base de la alimentación del futuro.
Su
rápido crecimiento y su facilidad para adaptarse al medio pueden
permitir la producción a gran escala de algunos compuestos importantes
desde el punto de vista nutricional, además de sustancias de actividad
biológica que ayuden a la prevención de ciertas enfermedades. Uno de los
retos a los que se enfrenta la sociedad en el siglo XXI es el de ser
capaz de alimentar a una creciente población mundial, y las algas –uno
de los recursos marinos más abundantes y menos explotados- son una
posibilidad para paliar este problema. La investigadora Elena Ibáñez y
el investigador Miguel Herrero, ambos del CSIC, describen en Las algas
que comemos (CSIC-Los Libros de la Catarata) algunas de las
características únicas que poseen estos organismos vivos para
convertirse en la base de la alimentación del futuro.
Las
algas pueden consumirse no sólo directamente como alimento, sino que de
ellas pueden extraerse otros productos como aceites, ácidos grasos omega
3, proteínas, azúcares, vitaminas y antioxidantes. Estos organismos
también tienen un gran potencial para ayudar en la lucha contra el
cambio climático, ya que de ellos se puede obtener energía (como
biodiesel), usarlos para el tratamiento de aguas residuales, como
biofertilizantes e incluso como alimentos para los animales.
A
pesar de todas sus ventajas, las algas tienen también “otra cara de la
moneda”, recuerdan los autores. No sólo se han de tener en cuenta las
características de cada individuo, ya que, por ejemplo, tienen un alto
contenido en yodo que puede afectar a las personas con enfermedades
tiroideas, sino también es importante saber que existen “algas malas”.
Por ello, dedican un capítulo del libro para explicar cuáles son las
toxinas que producen las algas y cómo se identifican.
El
libro, integrado en la colección de divulgación ‘¿Qué sabemos de...?’
(CSIC-Catarata), puede adquirirse tanto en librerías como en las páginas
web de la Editorial CSIC y Los Libros de la Catarata.
CSIC Cultura Científica
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