El ozono es una parte muy pequeña de nuestra atmósfera pero su presencia
es vital para la vida en la Tierra. La mayor parte de este gas, un 90%,
se encuentra dentro de la estratosfera, en lo que se conoce como "capa
de ozono". La presencia de esta "capa" limita las dosis de radiación
ultravioleta procedente del Sol que alcanzan la superficie terrestre.
A mediados de los años 70, se descubrió que la liberación a la atmósfera
de algunos componentes químicos creados por el hombre para uso
industrial podía destruir el ozono presente en esa capa provocando su
adelgazamiento. Este hecho podía ocasionar un aumento de los casos de
cáncer de piel y de cataratas en los ojos.
Los investigadores Mario Molina y F. Rowland alertaron sobre el papel de
los Compuestos Clorofluorcarbonados (CFCs) en la desaparición del ozono
estratosférico y, en 1995, por sus investigaciones sobre la materia
ambos fueron distinguidos con el premio Nobel de Química.
La preocupación por estos hechos llevaron a los gobiernos del mundo a
acordar la Convención de Viena en 1985 con el fin de tomar las medidas
adecuadas para proteger la capa de ozono. Ello llevó dos años más tarde
a la elaboración de un texto conocido como el Protocolo de Montreal de
las Naciones Unidas en el cual se expresaban esas medidas concretas: se
prohibía la fabricación de las sustancias que colaboraban al deterioro
del ozono en la estratosfera según unos plazos y se potenciaba la
investigación, desarrollo y fabricación de sustancias que lo
preservasen. El día en que dicho Protocolo se firmó: 16 de septiembre de
1987, fue declarado "Día Mundial del Ozono".
Entretanto, en los años 80, los investigadores antárticos descubrieron
que a comienzos de la primavera y sobre la Antártida los niveles de
total de ozono en columna comenzaban a disminuir alcanzándose niveles
alarmantemente bajos durante un corto periodo de tiempo. El fenómeno fue
conocido como "el agujero de la capa de ozono". La información salió a
la luz pública a raíz de la publicación en la revista "Nature" de un
artículo en mayo de 1985 por parte de un equipo de científicos del Reino
Unido.
Este fenómeno, con diferentes oscilaciones ha ido en aumento hasta este
año, ganando en extensión la zona abarcada por el fenómeno y en duración
el tiempo que tarda en recuperarse hasta los niveles normales.
Estudios realizados mediante el proceso cuidadoso de los satélites
meteorológicos, sondeos de ozono y espectrofotómetros basados en la
superficie terrestre (tales como los que dispone el INM) muestran el
declinar de los totales de ozono en todas las latitudes del globo
durante la década de los ochenta y gran parte de los noventa. Sin
embargo, existe amplio consenso en la comunidad científica para afirmar
que, a nivel planetario, el deterioro de la capa de ozono se ha detenido
y que hay signos que apuntan a una recuperación lenta como consecuencia
de la aplicación de las medidas del Protocolo de Montreal.
Los resultados de los modelos de predicción globales apuntan a una
recuperación de los niveles de ozono presentes en la década de los
setenta hacia la segunda mitad del siglo XXI (2050-2060). Sin embargo,
continúan existiendo incertidumbres sobre el ritmo de recuperación
ligada a los efectos del cambio climático: aumento del contenido del
vapor de agua en la estratosfera, aumento del metano, enfriamiento de la
parte baja de la estratosfera, entre otros factores.
A continuación se dan una pequeña guía de conceptos relacionados con el
ozono procedente del excelente resumen "20 preguntas y respuestas sobre
la capa de ozono" recopilado por D.W. Fahey y publicado por la
Organización Meteorológica Mundial.
¿Qué es el ozono y en donde se encuentra?
El ozono es un gas que se encuentra de manera natural en la atmósfera.
Cada molécula de ozono está compuesta por TRES átomos de oxígeno. Su
denominación química es O3. Tiene por tanto un átomo más que una
molécula de oxígeno normal: O2. El 90 % se encuentra en la estratosfera
(región de la atmósfera entre los 10 -12 km y los 50 km de altura). La
máxima concentración de ozono en la latitud de la Península Ibérica se
encuentra entre los 21 y los 25 km dependiendo de la época del año. En
Canarias, la altura del máximo es ligeramente superior. En la troposfera
(entre el suelo y los 10 -12 km de altura) se encuentra el 10% restante.
¿Cómo se forma el ozono en la atmósfera?
Se forma a través de un proceso químico múltiple que requiere la
presencia de luz solar. En la estratosfera, el proceso comienza con la
rotura de una molécula de Oxígeno (O2) mediante la luz ultravioleta
procedente del Sol. Es un proceso natural. En la troposfera, el ozono se
forma por reacciones químicas que involucran a gases hidrocarburos y
compuestos de nitrógeno. Una parte significativa del ozono troposférico
está creado por la presencia de sustancias liberadas por la actividad
humana.
¿Por qué debemos cuidar el ozono estratosférico?
El ozono estratosférico absorbe una porción importante de la radiación
solar ultravioleta con efectos biológicos dañinos. Debido a este efecto,
se conoce al ozono presente en la estratosfera como "ozono bueno". En
contraste con el ozono presente en los niveles próximos a la superficie
terrestre originado por la presencia de sustancias contaminantes que se
conoce como "ozono malo" por tener efectos nocivos para humanos,
animales y plantas. Sin embargo, no todo el ozono presente en niveles
bajos es nocivo ya que una parte de él se recombina con sustancias
contaminantes neutralizándolas.
En la imagen se aprecia las tres regiones en que se divide el
Ultravioleta procedente del Sol: las regiones C, B y A por orden de
mayor poder energético. UV-C (longitud de onda menor de 280 nanómetros)
es eliminado en la parte superior de la estratosfera, UV-B (longitud de
onda entre 280 y 320 nanómetros) es prácticamente eliminada por la capa
de ozono y UV-A (longitud de onda superior a 320 nanómetros) que es
atenuada por la troposfera.
La radiación UV-B es la más dañina para los organismos vivos (la UV-C no
llega a la superficie) y el papel de la capa de ozono es vital ya que
cualquier adelgazamiento incide en un aumento de las dosis de UV-B que
alcanzan la superficie. La UV-A es la responsable del efecto de
bronceado de la piel y produce efectos bastante menos importantes aunque
hay que tener muy en cuenta que el efecto de la radiación es acumulativo
por lo que depende del tiempo de exposición a ella.
En el satélite AURA puesto en órbita por la NASA, figura el sensor OMI,
resultado de una colaboración europea dirigida por Finlandia y Holanda.
Continuará los registros del TOMS sobre el ozono y otros parámetros
atmosféricos relacionados con la química del ozono y el clima. La
resolución espacial podrá ser aumentada para detectar y seguir fuentes
contaminantes a escala urbana.
Fuente: AEMET
Artículo completo:
http://www.aemet.es/es/noticias/2004/20040916
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