Arrecife
de coral en Tailandia. / Marta Coll, ICM-CSIC |
La
mayoría de los modelos sobre cambio climático usados para proyectar
escenarios futuros subestiman la gravedad de los impactos en importantes
sectores como la agricultura, la vegetación terrestre y la mortalidad
humana causada por las olas de calor. Esta es una de las principales
conclusiones de un trabajo internacional que acaba de publicarse en la
revista Nature Communications, y que ha contado con la participación de
científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
En
este trabajo, liderado por investigadores de la Universidad de Postdam
(Alemania), en el que han participado medio centenar de científicos de
42 instituciones, se ha evaluado, sistemáticamente y por vez primera,
cómo los modelos actuales que examinan el impacto climático por sectores
son capaces de reflejar los efectos de las condiciones climáticas
extremas.
Para
ello, han tomado como caso de estudio la ola de calor y sequía ocurrida
en Europa en 2003, el evento climático más extremo de los observados
hasta la fecha. Este evento afectó de forma intensa al este y centro de
Europa y sus impactos están bien documentados.
“En
verano de 2003, se registraron temperaturas anormalmente altas,
especialmente durante junio y agosto, que afectaron a amplias zonas del
centro y el oeste de Europa. La temperatura media en Europa subió 2°C,
llegando a ser 5°C por encima de la media a nivel regional”, detalla
Marta Coll, investigadora del CSIC en el Instituto de Ciencias del Mar,
en Barcelona.
Esta
ola de calor vino acompañada de graves sequías debido a la escasez de
lluvias, lo que aumentó su intensidad, que tuvo numerosos impactos sobre
el medio ambiente, la economía y la salud.
Los
resultados muestran que los datos de impacto documentados de la ola de
calor no necesariamente coinciden con los impactos que se obtienen en
las proyecciones de los modelos sectoriales. “La mayoría de estos
modelos sectoriales modelos subestiman la gravedad de los impactos en
importantes sectores como la agricultura, la vegetación terrestre y la
mortalidad humana. Otros modelos sobreestiman los efectos sobre los
recursos hídricos y la energía hidroeléctrica en algunas cuencas.
Además, existe una gran variabilidad entre los modelos de impacto
climático”, agrega Coll.
Impacto en el océano
Según
la investigadora, estos resultados se observan también en los
ecosistemas marinos. En este caso, la literatura, los datos y los
modelos parecen coincidir en que el evento extremo de 2003 afectó a los
parámetros físicos del océano, así como a la producción primaria, pero
la señal no se propagó hacia los niveles tróficos superiores a gran
escala de forma inmediata. Esto podría ser también porque el evento fue
demasiado breve o demasiado débil como para causar un cambio
significativo en los niveles tróficos superiores.
Otra
razón puede ser que el calentamiento puede actuar sobre la biomasa de
peces y otros organismos marinos de dos maneras opuestas: por un lado,
las temperaturas más altas tienden a aumentar la cantidad de alimento
que los peces necesitan para mantener las tasas de crecimiento, así como
su mortalidad por depredación, enfermedad o senescencia. Por otro lado,
a corto plazo el calentamiento aumenta el crecimiento del fitoplancton,
que tiene un efecto positivo sobre la biomasa de peces. Así pues, el
efecto neto pudo ser pequeño.
Las
diferencias entre lo observado y lo proyectado por los modelos tiene
implicaciones para las evaluaciones económicas basadas en estas
proyecciones. Significa, también, que los riesgos a los que se
enfrentará la sociedad por futuros eventos climáticos extremos podrían
ser mayores de lo que se había pensado hasta ahora.
Aunque la ola de calor de 2003 fue un evento excepcional en el registro
histórico, el aumento del calentamiento global puede hacer que eventos
como este se vuelvan más frecuentes en el futuro. Por esta razón, que
los modelos sean capaces de estimar acertadamente los daños derivados de
eventos extremos es esencial para evaluar los futuros impactos del
cambio climático, dicen los investigadores.
Jacob Schewe
et al. State-of-the-art global models underestimate impacts from climate
extremes.
Nature Communications. DOI: 10.1038/s41467-019-08745-6-
Fuente: CSIC 12/03/2019
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