Desierto de Tabernas, en Almería. / EEZA-CSIC |
Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Estación Experimental
de Zonas Áridas, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC), ha demostrado que la fuerte interacción entre las plantas y los
microorganismos del suelo determinan la resistencia del albardín (una
especie de esparto) en hábitats áridos y su gran capacidad para
recuperar los suelos tras una perturbación (como, por ejemplo, el cese
de la agricultura), en los ambientes áridos del sureste de España. Los
resultados, publicados en la revista Journal of Ecology, contribuyen a
entender la dinámica de la vegetación natural y a establecer planes de
gestión en zonas áridas.
Los ecosistemas semiáridos son uno de los más amenazados del mundo
debido a los efectos del cambio global y en particular a la baja
capacidad que tienen para reponerse de las alteraciones. “De hecho, la
recuperación de estos ecosistemas después de una perturbación es
bastante lenta, y el proceso de recuperación puede llegar hasta el punto
de detenerse”, explica el investigador Francisco Pugnaire, de la
Estación Experimental de Zonas Áridas.
A veces la comunidad vegetal está fuertemente dominada por una única
especie, la que es capaz de responder más rápidamente a la perturbación.
“Un ejemplo es la colonización por el albardín (Lygeum spartum) de
campos de cultivo abandonados en algunas zonas de la provincia de
Almería”, añade Pugnaire.
Para ello, los investigadores pusieron plantas de albardín y barrilla
(Salsola appositifolia) a crecer solas o con la otra especie en suelos
propios o de la otra especie durante cinco meses. Luego midieron el
crecimiento de las plantas y su supervivencia, así como la estructura de
las comunidades microbianas del suelo mediante técnicas moleculares.
“Los resultados sugieren que la enorme competitividad del albardín se
debe en gran parte al efecto positivo de los microorganismos que se
encuentran en el suelo a su alrededor, que facilitan una extrema
dominancia de esta especie justo después de que los campos de cultivo
sean abandonados”, detalla Pugnaire. Además, crece produciendo clones
que ocupan rápidamente el terreno cuando está libre. Sin embargo, en
comunidades de plantas más maduras, el albardín es incapaz de imponer
tal dominio. Estos datos muestran cómo las comunidades microbianas del
suelo pueden influir en el resultado de la interacción entre plantas,
controlando la dinámica del ecosistema.
CSIC 07/12/2018
Yudi M. Lozano, Sara Hortal, Cristina Armas, Francisco I. Pugnaire.
Soil micro‐organisms and competitive ability of a tussock grass species
in a dry ecosystem.
Journal of Ecology. DOI: 10.1111/1365-2745.13104
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