Sedimentos marinos del Margen Ibérico analizados en el estudio. /Foto:
Belén Martrat |
Hace más de 100.000 años, el sur de Europa sufrió hasta siete períodos
fríos caracterizados por eventos climáticos extremos (por ejemplo,
sequías, inundaciones, etcétera), normalmente de seis a ocho siglos de
duración cada uno, según revela un estudio internacional dirigido por el
University College de Londres y elaborado por doce instituciones, entre
ellas el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que se
publica en la revista Nature Communications. Esos eventos ocurrieron
durante el último interglacial (el último período de temperaturas
templadas entre dos glaciaciones, hace entre aproximadamente 129.000 y
116.000 años), durante el cual se observó un exceso de calor en el
Ártico, con temperaturas del aire en superficie de entre 3° y 11° C por
encima de las que se darían en condiciones preindustriales. Estas
condiciones se acercarían a los escenarios de calentamiento previstos
para finales de este siglo.
Este nuevo estudio proporciona datos muy detallados sobre estas
oscilaciones climáticas y sobre su momento, extensión y origen. Se
muestra que la amplitud y los efectos de los cambios del último
interglacial fueron mayores que los que se han observado en el Atlántico
norte y sur de Europa en los últimos 11.600 años, es decir, en el
interglacial actual, el Holoceno.
En los archivos climáticos se han registrado eventos concretamente hace
126.400 años, 124.900 años, 123.100 años, 121.400 años, 119.100 años,
117.200 años y hace 115.300 años. Este último evento (hace 115.300 años)
parece que marcó la finalización del interglacial y sería comparable al
período frío que concluyó hace dos siglos y que llamamos la Pequeña Edad
de Hielo. Esta etapa de la historia humana se dio entre los siglos XIII
y XIX y en las latitudes mediterráneas su aspecto más notable es una
gran inestabilidad climática (inviernos severos, avances de glaciares de
alta montaña, sequías prolongadas durante el invierno y la primavera,
inundaciones catastróficas a final del verano y principios del otoño,
etcétera), según indican los investigadores.
"Hemos estudiado las causas de estos períodos fríos jalonados por
sequías y los muchos factores que pueden influir, desde la actividad
solar o la volcánica, o los cambios de vegetación y los patrones de
circulación atmosférica asociados, etcétera; y lo que siempre queda
claro es que el océano tiene un papel esencial porque, debido a su
inercia, integra y memoriza los cambios rápidos y los mantiene en el
tiempo", explica Belén Martrat, coautora del trabajo e investigadora
Ramón y Cajal del CSIC en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y
Estudios del Agua.
”Los eventos que hemos detectado vinieron precedidos de un incremento de
temperaturas en latitudes altas, que fueron fundiendo el hielo de
Groenlandia. La circulación termohalina del Atlántico se debilitaba, las
corrientes del trópico se frenaban y no llevaban calor a Europa, y ésta
entraba en un periodo de inestabilidad climática extrema", continúa la
investigadora.
Los investigadores han utilizado un testigo sedimentario marino,
extraído en 2001 del Margen Ibérico del océano Atlántico (una "piedra
Rosetta" estratigráfica del clima), y estalagmitas de la cueva de
Corchia, al norte de Italia.
El testimonio de sedimento marino contiene polen que se fue
transportando desde el río Tajo hasta las profundidades del mar durante
miles de años. El análisis de este polen ha permitido averiguar los
cambios en la vegetación del continente. Por otra parte, el testigo
también contiene alquenonas, compuestos fósiles derivados de la flora
cocolitoforal marina que registran variaciones de la temperatura del mar
a lo largo del tiempo.
Mediante el análisis de estos fósiles diferentes en el mismo sedimento,
los científicos han podido hacer una comparación directa de los cambios
climáticos del continente y del océano.
Los registros de estalagmitas de Corchia muestran alteraciones de la
pluviosidad que se han contrastado con la variabilidad en la vegetación
del Margen Ibérico. La vinculación del registro del sedimento marino con
el de Corchia ha permitido situar los cambios climáticos en el Atlántico
norte en un marco cronológico detallado, a la escala de siglos. "Este
registro es particularmente importante porque se basa en una datación
radiométrica muy detallada que utiliza isótopos de uranio, y proporciona
una de las mejores cronologías disponibles para este periodo", detalla
Joan Grimalt, profesor de investigación del CSIC.
El estudio del último interglacial puede dar pistas de lo que podría
pasar si se dan los aumentos de temperatura previstos por los diferentes
escenarios de cambio climático. "El último interglacial", dice Joan
Grimalt, "no es un análogo estricto de cambios futuros impulsados por la
acción humana, pero muestra sucesos climáticos, a escala de siglo, que
son de mayor inestabilidad que los del presente, con efectos en la capa
de hielo ártico y la dinámica del océano que deben ser tenidos en
cuenta”, concluye.
Fuente: CSIC 17/10/2018
P.C. Tzedakis et al.
Enhanced climate instability in the North Atlantic and southern Europe
during the Last Interglacial.
Nature Communications. Doi: 10.1038 / s41467-018-06683-3
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