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Aun siendo el caucho un producto de origen natural, procedente de la
extracción del látex por sangrado de la corteza de la variedad de
árboles tropicales conocidos como Ficus, podemos decir que los cauchos
son productos complejos y muy vulnerables a la intemperie; especialmente
en el caso de condiciones climáticas cambiantes.
Aunque la mayor sensibilidad frente al envejecimiento proviene del ozono
ambiental, los aditivos que se añaden a los derivados del caucho,
precisamente para hacerlos más resistentes, también pueden ser un
problema de calidad, especialmente frente condiciones climáticas
extremas.
Ya en su origen el látex contiene hidrocarburos, encimas, proteínas,
etc., a los cuales se añaden los coagulantes empleados en su
procesamiento inicial, tales como el ácido fórmico, acético, etc., todo
ello mucho antes de pensar en la elaboración de mezclas con propiedades
específicas en función de la aplicación de los vulcanizados, tales como
las cargas y los aditivos de protección como las ceras, los agentes
antioxidantes y los reactivos para aumentar la resistencia al ozono.
Todos los productos químicos presentes en los cauchos mencionados hasta
el momento, tienen la particularidad de poder migrar hacia la superficie
bajo determinadas condiciones climáticas.
Estas exudaciones o eflorescencias son particularmente perjudiciales, no
solo porque pueden perjudicar a las prestaciones finales y deterioro del
producto, sino también porque pueden afectar gravemente al aspecto
estético de los productos (pérdida de brillo, cambio de color hacia el
marrón, grisáceo, etc.).
Finalmente hay que decir que, dadas las características de elasticidad
de los derivados del caucho, (bien denominados elastómeros), los
movimientos repetitivos de tracción, compresión y flexión, hacen que se
produzcan efectos de deterioro estructural que acaban induciendo a una
mayor vulnerabilidad frente a las condiciones ambientales. De ahí la
importancia de los ensayos de simulación a escala de laboratorio.
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