Entre tanto los expertos en navegación aérea dictaminan las causas que
han originado el desgraciado accidente del Boeing 737-200 que ha
provocado la muerte de más de un centenar de pasajeros días pasados en
La Habana, ya hay quien apunta a la obsolescencia del aparato, la
corrosión del fuselaje y un mantenimiento precario, como posibles causas
desencadenantes del desastre.
Al menos, otros antecedentes semejantes producidos recientemente,
relacionados con la corrosión metalúrgica, la corrosión y los
deficientes procedimientos de control de calidad y mantenimiento, lo
hacen factible.
Un experto iberoamericano en investigación de accidentes aéreos sugiere
la hipótesis de la fatiga metalúrgica, la corrosión por agua salada y
la deslaminación del fuselaje de las aeronaves en vuelo, como los
responsables de la despresurización y la correspondiente pérdida de
sustentación.
No se descartan otros factores, pero desde el punto de vista de
seguridad aérea, el control de calidad y el mantenimiento, podrían ser
causas suficientes a tener en consideración.
No hay que olvidar que cuando se produce una pérdida de sustentación de
la aeronave, el piloto tiene enormes dificultades de estabilización, de
tal manera que si se encuentra cerca de tierra, las probabilidades de
caída son muy altas.
Los testimonios de testigos presenciales que apreciaron los intentos de
control de la nave, el incendio de un motor, la baja altura y la
precipitación irremisible a tierra, parece que pueden apuntar a fallos
mecánicos del tipo sugerido.
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