Las agencias de investigación espacial de los países más desarrollados
tecnológicamente, vienen estudiando exitosamente el planeta Marte desde
hace ya tiempo; desde principios de los años sesenta del siglo pasado,
en plena Guerra Fría entre EEUU y la Unión Soviética.
En la actualidad, otras agencias, entre las que citamos la agencia
norteamericana NASA y la agencia europea ESA, están empleando
actualmente ingentes esfuerzos encaminados, no solo a estudiar la
historia planetaria del sistema solar y de nuestro propio planeta, sino
la posible colonización humana de Marte. Para ello es esencial recrear a
escala de laboratorio las condiciones de supervivencia humana en el
planeta rojo.
Evidentemente, mucho antes de intentar poner a un hombre en Marte, el
trabajo lo habrán de hacer ingenios robóticos, auténticos laboratorios
espaciales, entre los cuales podemos citar el emérito Mars 1, el
Opportunity, y el incombustible Curiosity, actualmente en
funcionamiento.
Evidentemente, detrás de estos ingenios hay un elenco de científicos de
renombre y un programa de control de calidad y la realización de
exhaustivas pruebas bajo condiciones climáticas extremas, previas a su
lanzamiento, para garantizar su funcionalidad durante todo el periodo de
tiempo estimado de la misión. En este punto cobran importancia los
medios de simulación, tales como las cámaras climáticas desarrolladas
para reproducir climas cíclicos extremos a escala de laboratorio.
Cuando hablamos de simulación de climas extremos, no solo habremos de
pensar de la climatología en el planeta Marte, sino también a lo largo
de todo el periplo climatológico del trayecto; desde el lanzamiento, la
puesta en órbita y la llegada.
Durante todo este viaje los equipamientos se ven sometidos a choques
climáticos extremos cambiantes y repetitivos, poniendo a prueba a los
más sofisticados mecanismos y sistemas.
Una vez superado el viaje, a la llegada, nuestra nave se encontrará con
una climatología muy particular.
Por hallarse Marte mucho más lejos del Sol que la Tierra, sus climas son
más fríos, y tanto más porque la atmósfera, al ser tan tenue, retiene
poco calor; de ahí que la diferencia entre las temperaturas diurnas y
nocturnas sea más acusada que en nuestro planeta. A ello contribuye
también la baja conductividad térmica del suelo marciano. La duración
del día y de la noche en Marte, es prácticamente la misma que en la
Tierra; 24,5 h aproximadamente.
La temperatura en la superficie depende de la latitud y presenta
variaciones estacionales. La temperatura media superficial es cercana a
-60°C.
La variación diurna de las temperaturas es muy elevada como corresponde
a una atmósfera tan tenue. Las máximas diurnas, en el ecuador y en
verano, pueden alcanzar los 20°C o más, mientras las mínimas nocturnas
pueden alcanzar fácilmente -80°C. Ahí ocurre el fenómeno de que a la
máxima diurna, en el lado más soleado de un peñasco se registre 20°C;
pero en su sombra, la temperatura fácilmente llegue a los -50°C.
En los casquetes polares, en invierno las temperaturas pueden bajar
hasta -143°C.
En una de esas ocasiones Marte se hallaba bastante cercano al Sol y
entonces se registró en el ecuador, en pleno verano, la temperatura de
27ºC. En 1976, Marte se hallaba, por el contrario, a su máxima distancia
del Sol cuando llegaron al planeta las sondas rusas Viking. A pesar de
hallarse el hemisferio en verano, la máxima temperatura diurna
registrada fue de -13ºC (a las 15 h) y la mínima de –86ºC (a las 6 h,
antes de la salida del Sol). Por su parte, la segunda Viking se posó en
la latitud de 47,89ºN y midió allí, también en pleno verano,
temperaturas máximas y mínimas que, en promedio, fueron respectivamente
de -38ºC y -89ºC.
Por supuesto, en todas las circunstancias, coexiste un clima seco y
árido.
La pregunta que subyace es, ¿siempre existió este clima en el planeta
rojo?
Según las hipótesis de los investigadores, no siempre fue así, sino que
existe un pasado húmedo y más cálido que terminó hace 3500 millones de
años. La abundancia del mineral olivino (típico de los basaltos) ha sido
tomada como prueba de que el actual clima seco y helado ha prevalecido
desde entonces, pasando por tres eras climáticas evolutivas, hasta
llegar a la situación climática actual:
1) Durante los primeros 1000 millones de años, Marte estaba calentado
por una atmósfera que contenía gases de efecto invernadero, suficientes
como para que el agua fluyese por la superficie.
2) La segunda era climática, hasta los 3.500 millones de años, fue en la
que ocurrió el cambio climático.
3) Finalmente la era más reciente y prolongada, que va desde los 3500
millones de años hasta nuestros días, presenta un clima tal como lo
conocemos en la actualidad; predominantemente frío y seco.
Fuente: NASA
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