Como es sabido, China no solo está trabajando en la construcción una
nueva estación espacial, (la antigua Tiangong-1 lanzada en 2011 caerá
sobre la Tierra a mediados de marzo), sino que además ya anunció la
implementación de un “programa marciano” consistente en el envío de un
robot científico a Marte hacia el año 2020, para lo cual ha asignado una
inversión de cuatrocientos millones de yuanes (cerca de setenta millones
de dólares).
Al igual que la NASA, que eligió escenarios tales como la región de Rio
Tinto (Huelva) en España, o el desierto de Arizona en EEUU, el lugar
elegido por China para recrear el ambiente marciano es una zona rojiza,
árida e inhóspita situada en la provincia de la región de Qinghai, que
abarca un área de 700 hectáreas, según han comunicado fuentes chinas
a los medios de comunicación.
El objetivo de estas instalaciones es el de establecer un centro de
entrenamiento de materiales espaciales tecnológicos, en unas condiciones
de simulación semejantes a lo que sería la vida en Marte, tanto en lo
que a aspecto de familiarización visual se refiere, así como también en
cuanto a climatología e ingravidez.
La gran “cúpula,” o centro climático de simulación, se construirá en la
región tibetana de Qinghai, en Quídam, una zona roja, árida, rocosa y
polvorienta, semejante a lo que el robot Curiosity de la NASA ha captado
en el planeta rojo y revelado al mundo.
Pero la NASA siempre está a la vanguardia de la exploración espacial, y
ya tiene a punto la nueva misión a Marte; las nave InSight.
InSight ha superado una prueba clave; el despliegue de los paneles
solares que se abrirán una vez que aterrice en el planeta rojo este
noviembre. La prueba se ha llevado a cabo en las afueras de Denver, y se
ha sometido a otras pruebas diversas antes de su lanzamiento con destino
al planeta rojo.
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