Según ha sido difundido por diferentes medios, se han detectado
problemas en los motores Rolls-Royce Trent 1000 de aviones Boeing 787-9
Dreamliner, provocando demoras y cancelaciones. Las aerolíneas
tranquilizan a los usuarios alegando problemas derivados de
“anormalidades con los motores” que hacen necesario realizar el
“mantenimiento antes de lo previsto”.
El problema se detecta en el aire, porque aparecen indicaciones
anormales en la instrumentación, ruidos y vibraciones. Una vez en
tierra, se descubren grietas y roturas en los álabes de aluminio de las
turbinas, lo que podría ocasionar que se desprendan trozos de aluminio
que podrían penetrar en el interior de los motores con consecuencias
imprevisibles.
La causa parece ser debida a que los álabes de la parte trasera de la
turbina presentan corrosión mucho antes de lo esperado.
La mayoría de las aerolíneas afectadas coinciden en manifestar que sus
actuaciones son las de “realizar inspecciones detalladas en los motores
Rolls Royce Trent 1000 de los aviones Boeing 787, como parte del
programa de mantenimiento a largo plazo del constructor”.
“Para facilitar la inspección de motores, hemos realizado algunos
ajustes menores y estamos reacomodando a los pasajeros en servicios
alternativos u ofreciendo reembolso. La seguridad de nuestros clientes y
tripulantes es prioridad y jamás operaríamos una aeronave si no fuera
segura”, manifiestan.
Si bien algunas aerolíneas han optado por cancelar vuelos hasta que se
garantice la resolución del problema, otras, como United y American
Airlines no han tenido problemas ni cancelaciones o demoras ya que ellas
utilizan motores de la marca General Electric.
Por su parte, la compañía Rolls Royce, en boca de su CEO Warren East,
informa que se trata de un problema normal de durabilidad de materiales:
“Algunas partes del Trent 1000 están durando menos de lo previsto. Como
cualquier otro componente mecánico, cuando pasa su fecha de garantía hay
que reemplazarlo. En este caso, simplemente habremos de adelantar la
operación de recambio”.
Nosotros pensamos que todo ello encierra un problema de control de
calidad basado en una evaluación incorrecta de la resistencia a la
corrosión de los materiales empleados, porque si se efectúan ensayos
previos normalizados de durabilidad, esto no tendría por qué suceder.
¿Cómo si no entender que anomalías en vuelo puedan indicar un fallo de
alto riesgo de gravísimas consecuencias, que podría haber sido detectado
previamente en laboratorio?
Fuente: Enelaire
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