Determinados microorganismos existentes en el agua son capaces de causar
corrosión en las superficies metálicas sumergidas. A este tipo de
corrosión se la denomina corrosión microbiológica.
Los investigadores han identificado algunas especies de bacterias
“hidrógeno dependientes” que usan el hidrógeno disuelto del agua en sus
procesos metabólicos, provocando una diferencia de potencial
electroquímico (DPE) en el medio circundante. Esta DPE es la responsable
de provocar el picado conocido como "pitting".
Este tipo de microorganismos, asociados generalmente al proceso de
corrosión, tienen la característica común de formar parte, o participar
en el ciclo del azufre de la naturaleza, en el cual coexisten dos tipos
de bacterias; las oxidantes (aerobias), y las reductoras (anaerobias).
En el grupo de las bacterias oxidantes, el género más importante es el "Thiobacillus"
y las especies relacionadas con los procesos de corrosión son: "Th.
thipoparus", "Th. concretivorus" y "Th. thio - axidans", mientras que en
el de las reductoras, podemos distinguir dos géneros: "Desulfovibrio" y
"Desulfotomaculum".
Todas estas bacterias tienen la particularidad de poder crecer en medios
acuosos con altas concentraciones de sales, lo cual hace que se las
encuentre frecuentemente en los mares y océanos, lagos salados y pozos
de agua con alta salinidad.
Las bacterias oxidantes del hierro se denominan ferrobacterias, debido a
que tienen la capacidad de transformar el Fe++ en Fe+++, generando
precipitaciones de hidróxido férrico hidratado en su superficie.
En virtud de ello, y teniendo en cuenta la enorme cantidad de sales
disueltas en el agua de nuestros mares, de las cuales el ClNa existe en
una proporción media comprendida entre 32 y 37 g/l, podemos afirmar que
la corrosión microbiológica en los aceros sumergidos representa un
fenómeno realmente importante a tener en cuenta a la hora de estudiar el
tipo de recubrimientos de protección empleados en infraestructuras tales
como los puentes, las plataformas petrolíferas, los buques, etc.
El problema añadido es que, una vez producida la contaminación
bacteriana, aunque los materiales férricos se extraigan del medio
marino, en presencia de O2 y ambiente húmedo, el fenómeno corrosivo
persiste, evidenciado por la aparición de materia orgánica (formación de
mohos, por ejemplo). Es por ello que para interrumpir el proceso de
deterioro, en el caso por ejemplo de materiales arqueológicos rescatados
del fondo del mar, es necesario hacer uso de las cámaras biocidas
climatizadas, capaces de destruir dichas bacterias, y en el caso de
buques de la armada, lo preceptivo es utilizar recubrimientos adecuados.
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