Los insectos representan un excelente papel en la naturaleza, como
bioindicadores climáticos, habida cuenta de que actúan como detectores
del grado de afectación producida por el calentamiento global.
La función polinizadora de los insectos, por otra parte, es la
responsable de la sostenibilidad de muchas especies vegetales, cuestión
por la cual, su desaparición, como sucede en el caso de las abejas,
puede producir igualmente cambios muy importantes en la biodiversidad;
de ahí la importancia de estudiar su evolución y costumbres.
Observando el comportamiento y los ciclos de vida de determinados
insectos, se pueden extraer conclusiones muy importantes para comprender
y estudiar las consecuencias del cambio climático.
En este sentido es de destacar que científicos de todo el mundo prestan
sus colaboraciones en el intercambio de información respecto del
comportamiento de especies que perviven en diversas latitudes, como es
el caso de las mariposas diurnas, las cuales, con sus cortos ciclos de
vida y su gran sensibilidad ante cambios en el hábitat y la temperatura,
son considerados idóneos bioindicadores.
En España, el investigador Constantí Stefanescu es el responsable
científico del plan de seguimiento de Catalunya (CBMS) el cual coordina
los movimientos, tramo a tramo, de estos insectos en el transcurso del
tiempo.
Una alteración, como el aumento de las temperaturas derivadas del cambio
climático, hace que estas especies se vean muy afectadas por los cambios
térmicos y se desplacen hacia zonas geográficas más favorables
térmicamente, dando una idea de la evolución climática a nivel global.
Fuente: CBMS
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