El secreto: La aclimatación previa.
Dada la importancia del proceso de aclimatación para lograr retos de
alta dificultad, el Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Sant Cugat
en Barcelona (CAR), posee una cámara climática para entrenamiento de
deportistas de élite, la cual permite realizar las pruebas de esfuerzo
bajo las condiciones climáticas selectivas más extremas tales como las
del desierto de Atacama o el Everest. De hecho, en esta cámara han
entrenado relevantes deportistas de la máxima reputación existente en la
actualidad.
En este caso fue Kilian Jornet el que se preparó en un simulador
diseñado por él en Noruega, en una tienda de hipoxia en la que se
reproducen las condiciones de una determinada altura. Tras ello decidió
pasar al Everest”, informó a los medios Enric Subirats, su médico
internista y director de la cátedra de Medicina de Montaña de la
Universitat de Girona. Y ya en el Everest, subió dos veces.
De esta experiencia de un atleta excepcional podrían derivarse nuevos
modos de aclimatarse para alpinistas normales. “Si funciona realmente y
no sólo para naturalezas excepcionales como la de Kilian Jornet, muchos
montañeros que no disponen de tres meses, sino de 15 días de vacaciones,
podrían plantearse alcanzar estas alturas”, apunta Subirats.
A la vez que Jornet, alcanzó la cima el alpinista Ferran Latorre, que
conseguía con el Everest su catorce ochomil. Latorre lo logró al modo
tradicional, ascendiendo paso a paso, aclimatando su organismo poco a
poco. Su expedición ha permitido una amplia investigación sobre qué pasa
en el organismo cuando se sube a tanta altura, en la que participan el
hospital de Sant Pau, el de Can Ruti, la UB, la UPC y que financia la
Fundació La Caixa. “Hicimos un ascenso pausado desde los 2.800 metros a
los 5.400 del campamento base en ocho días”, explica el experto en
genómica de Sant Pau, José Manuel Soria, que dirige el proyecto de
investigación. “Latorre siguió un sistema de doble ciclo: desde el
campamento base subió hasta el campamento 1, paró, siguió hasta el 2,
pero bajó a dormir al 1. Ese es el modelo que le va bien a él. Cada
alpinista conoce su cuerpo y establece con su experiencia lo que le
funciona mejor. No hay protocolos: es totalmente empírico”, reconoce el
médico.
El equipo de investigación que subió con Latorre ha tomado muestras y ha
observado a 22 sherpas y 15 alpinistas occidentales de élite. “Estamos
convencidos de que hay diferencias en la expresión del genoma y queremos
encontrar esa diferencia que pueda predecir cuándo una persona es
susceptible de sufrir mal de altura”, explica Soria. No es baladí:
“Calculamos que 140 millones de personas se exponen cada año a este
problema”.
Si el programa diseñado por Kilian Jornet con el simulador fuera
extrapolable a personas con condiciones físicas menos excepcionales, la
aclimatación se podría llevar hecha. Los efectos de esa adaptación
fisiológica se mantienen entre dos y cuatro semanas, según Enric
Subirats.
Ascender más rápidamente puede suponer que el organismo se exponga
durante menos tiempo a los problemas de la altura. ¿Sería una ventaja?
“No me atrevería a asegurar si los beneficios de estar menos tiempo
expuesto compensan los riesgos de un ejercicio más duro. Lo
desconocemos”, apunta Enric Subirats.
De ambos logros, el doblete espectacular de Kilian Jornet y la cima al
modo clásico del alpinista Ferran Latorre, varios equipos de
investigación están dispuestos a aprender.
Los médicos se basan en que, a menos presión, menos oxígeno en la sangre
y viceversa. O sea, a mayor altura, la presión parcial del oxígeno se
reduce, con lo cual la hemoglobina es capaz de cargar menos cantidad.
“En el campamento base del Everest, la saturación de oxígeno normal no
pasa de 80% o 85%. En Barcelona, con esa saturación te pondrían oxígeno.
Allí se tolera bien. Eso es la aclimatación. Se producen cambios
fisiológicos generando más glóbulos rojos para aumentar la capacidad de
captar oxígeno”, describe el investigador José Manuel Soria. “Por eso se
tarda hasta ocho días en llegar al campamento base”.
Hay que añadir que todo esto se puede realizar en el CAR de Barcelona,
sin necesidad de realizar la aclimatación fuera de casa, con hipoxia
controlada y bajo condiciones climáticas idénticas a las más extremas
del Everest.
Fuente: Ana Macpherson (La Vanguardia).
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