Tanto las calderas de vapor como las de agua caliente se ven comúnmente
afectadas por deterioros debidos a la corrosión. Una de las medias
para evitarla es el uso de sistemas de dosificación.
En función de la causa que desencadene el fenómeno de la corrosión,
distinguimos dos clases de corrosión: la Corrosión por Oxígeno, también
conocida como “pitting”, y la Corrosión Cáustica.
Corrosión por oxígeno
La Corrosión por Oxígeno ocurre cuando el oxígeno disuelto en el agua
con los componentes reacciona con los componentes metálicos de la
caldera, provocando su disolución o conversión en óxidos insolubles.
Corrosión Cáustica
La Corrosión Cáustica se produce por una sobreconcentración local en
zonas de elevadas cargas térmicas de sales alcalinas como la sosa
cáustica, manifestándose en forma de cavidades profundas en zonas de
elevada liberación térmica de una caldera.
Con los sistemas de dosificación se puede prevenir la corrosión, ya que
se neutraliza la acción del ácido. Además, estos sistemas permiten
mantener el agua de la caldera con unas condiciones adecuadas de PH,
oxígeno y conductividad, así como evitar las incrustaciones.
Para que el proceso de dosificación sea efectivo, los sistemas de
dosificación deben actuar en el estanque de almacenamiento de agua. En
el caso de los secuestrantes de oxígeno, la dosificación es más efectiva
cuanto mayor es su tiempo de residencia en el agua antes de llegar a la
caldera, mientras que en el caso de los dispersantes, anti-incrustantes
y tratamientos para las líneas de retorno de condensados, es más
efectiva cuando se realiza a la línea de alimentación de agua.
El sistema de protección de las calderas de vapor y agua caliente
mediante los procedimientos de dosificación representa una operativa
vital para garantizar su funcionalidad y para reducir riesgos de
accidentes y consecuencias muy costosas.
Fuente: Ingeniería Arquigráfico
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