El agua probablemente sea la sustancia más importante de la Tierra.
Cubre más del 70% de la superficie de nuestro planeta, desempeña un
papel clave en el estado del tiempo y en el clima, y provee de
nutrientes a la vida misma. Las profundidades de los océanos de la
Tierra son únicas en el sistema solar, y su majestuosa expansión global,
como se observa desde el espacio, es testimonio de la primacía del
“H2O”.
Los océanos, sin embargo, son precisamente los depósitos de agua más
atractivos a la vista. La sustancia puede encontrarse en cantidades más
pequeñas prácticamente en cada hueco y grieta del planeta, y los
investigadores saben cuán importante es rastrear el agua en todas
partes. Por ejemplo… en el lodo.
La NASA acaba de lanzar un satélite que puede rastrear el agua en las
zonas lodosas que se encuentra debajo de nuestros pies, así como también
otras formas de agua en el suelo. La misión se denomina SMAP
(abreviatura de Soil Moisture Active Passive, en idioma inglés, o
“Instrumento Activo – Pasivo para la Detección de la Humedad del Suelo”,
en idioma español).
“Con información proporcionada por el SMAP, los científicos y las
personas que toman decisiones sobre este tema en todo el mundo estarán
mejor equipados para comprender de qué manera la Tierra funciona como un
sistema”, asevera Christine Bonniksen, quien ocupa un cargo ejecutivo en
el programa SMAP, en las oficinas centrales de la NASA. “Nos demostrará
de qué manera la humedad del suelo impacta sobre innumerables sucesos
vinculados con los seres humanos, desde las inundaciones y las sequías
hasta los pronósticos meteorológicos y el rendimientos de las cosechas”.
El satélite despegó desde la Tierra el 31 de enero; fue lanzado hacia el
cielo a bordo de un cohete United Launch Alliance Delta II de la Base
Vandenberg de la Fuerza Aérea, en California.
El SMAP detecta la humedad del suelo utilizando una extraordinaria
antena de tejido de malla; se trata de una antena de reflexión, de seis
metros, que se desplegará rápidamente, como si fuera un toldo y girará,
a modo de lazo, a 14 revoluciones por minuto. El aparato hará impactar
microondas contra el suelo, la antena y un par de sensores que están
sujetos a ella podrán medir la humedad en el suelo a lo largo de la
trayectoria que traza el satélite sobre el suelo. Girando alrededor de
la Tierra a una altura de 686 kilómetros (426 millas), cerca de la
órbita polar que se repite cada ocho días, el SMAP será capaz de
producir “mapas de la humedad” en alta resolución cada 2 ó 3 días.
Pero hay más en la humedad del suelo que lodo, por supuesto. El agua en
el suelo puede existir de muchas maneras.
A medida que orbite, el SMAP logrará detectar si el suelo está congelado
o en estado líquido en un área de 19 kilómetros (12 millas) de diámetro,
denominada “huella”, lo que ayudará a los científicos a determinar
cuánto carbono por año están ayudando a sacar las plantas de la
atmósfera, mejorando así lo que conocemos sobre el calentamiento global.
Además, el SMAP aumentará nuestra capacidad para responder ante
catástrofes relacionadas con cuestiones meteorológicas al predecir
inundaciones y monitorizar sequías.
“Los suelos actúan como esponjas”, explica Erika Podes, una científica
del equipo del SMAP, en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet
Propulsion Laboratory o JPL, por su sigla en idioma inglés), de la NASA.
“Pueden almacenar cierta cantidad de agua. Si conocemos la cantidad de
agua que hay en el suelo y si sabemos que una gran tormenta se avecina,
por ejemplo, y que los suelos están al límite de la saturación, entonces
podremos predecir qué área podría estar en riesgo de inundación”.
La información obtenida gracias a la misión SMAP será invalorable tanto
dentro como fuera del laboratorio.
"SMAP tiene suficiente capacidad como para marcar la calidad climática
del planeta”, manifiesta Erika Podes.
Crédito: NASA
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