El lema propuesto por las Naciones Unidas para este 22 de marzo es
“Aguas residuales, ¿por qué desperdiciar agua?”.
El éxito en la reutilización de las aguas, así como en los controles
medioambientales y sanitarios, es clave.
El lema escogido por las Naciones Unidas para celebrar hoy, 22 de marzo,
el Día Mundial del Agua es “Aguas residuales, ¿por qué desperdiciar
agua?”. Esta problemática afecta de manera especial a España por sus
características climáticas. El éxito en la reutilización de las aguas,
así como en los controles medioambientales y sanitarios, es clave en
esta tarea.
El objetivo 6.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las
Naciones Unidas establece como meta: “Mejorar la calidad del agua,
reducir la contaminación, eliminar los vertidos y minimizar la
liberación de productos químicos y materiales peligrosos, reducir a la
mitad el porcentaje de aguas residuales no tratadas y aumentar
sustancialmente el reciclaje y la reutilización segura del agua”.
Investigadores del CSIC trabajan en el desarrollo de métodos de control
de los contaminantes de las aguas residuales y naturales. En concreto,
desde el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (CSIC),
profundizan en las mejores estrategias para poder controlar la
contaminación orgánica de los denominados “contaminantes emergentes”,
entre los que destacan los pesticidas polares, detergentes, disruptores
endocrinos y fármacos.
Según la Organización Mundial de la Salud, la escasez cada vez mayor de
las aguas dulces debido al crecimiento demográfico, a la urbanización y,
probablemente, a los cambios climáticos, ha dado lugar al uso creciente
de aguas residuales para la agricultura, la acuicultura, la recarga de
aguas subterráneas y otras áreas.
Si bien el uso de aguas residuales en la agricultura puede aportar
beneficios (incluidos una mejor nutrición y provisión de alimentos), su
uso no controlado generalmente está relacionado con impactos
significativos sobre la salud humana. Estos se pueden minimizar cuando
se implementan prácticas de manejo efectivas.
Hace unos años, un equipo con participación de investigadores del CSIC
descubrió que el vertido de aguas residuales mal tratadas en los
humedales, como en el caso del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel
(Ciudad Real), causa un aumento excesivo de algas, sumado al incremento
de bacterias patógenas en la zona. Todo ello facilita los brotes de
botulismo aviar.
En 2016, un estudio con participación del CSIC profundizó en los efectos
que tiene la acidificación derivada del aumento de las emisiones de
dióxido de carbono sobre los océanos y, en concreto, sobre las bacterias
que los pueblan. Estas actúan como degradadores primarios de la materia
orgánica que llega al mar a través de ríos y de las aguas residuales.
Fuente: CSIC
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