Así no es como funciona esto en el Sol. La superficie visible del Sol
tiene una temperatura de 5.538°C. Alejarnos del infierno debería enfriar
las cosas, pero no es así. En vez, la atmósfera superior del Sol, o
corona, chisporrotea a millones de grados (una temperatura que es de 200
a 500 veces mayor que la de la fogata ardiente que está por debajo).
Por más de medio siglo, los astrónomos han intentado descubrir qué es lo
que causa que la corona sea tan caliente. Ese es uno de los problemas
más frustrantes en la astrofísica.
El físico solar Bart De Pontieu, del Laboratorio Solar y Astrofísico
Lockheed Martin (Lockheed Martin Solar & Astrophysics Laboratory, en
idioma inglés), afirma: “El problema del calentamiento de la corona fue
descubierto en la década de 1940. El problema involucra una variedad de
procesos físicos complejos que son difíciles de medir o captar
directamente en modelos teóricos”.
El 27 de junio de 2013, con fogatas ardiendo en campamentos alrededor de
los Estados Unidos, la NASA lanzó el Espectrógrafo Generador de Imágenes
de la Región de Interface (Interface Region Imaging Spectrograph o IRIS,
por sus siglas en inglés), un observatorio espacial solar que está
diseñado para poder investigar a fondo todos los detalles de cómo se
calienta la atmósfera solar.
“IRIS estudia la región de transición entre la superficie y la corona
del Sol”, explica De Pontieu, quien es el científico principal del
observatorio. “Puede rastrear la temperatura y los movimientos del gas
caliente con una resolución espacial (0,33 segundos de arco), temporal
(2 s) y espectral (2 mi/s), sin precedentes”.
La mayoría de los investigadores concuerdan en que la corona
probablemente se calienta de diversas maneras. Por ejemplo, las ondas de
plasma del Sol pueden subir hacia la corona y chocar, depositando allí
su energía. Al mismo tiempo, podría haber “bombas de calor” que
explotan. Estas explosiones ocurren cuando los campos magnéticos en la
corona se entrecruzan y realinean, explotando como una llamarada solar
en miniatura.
Una de las preguntas más importantes sobre el calentamiento de la corona
ha sido: ¿La corona se calienta en todos lados a la vez o el calor emana
de eventos aislados, parecidos a una bomba?
De Pontieu explica: “Estas dos posibilidades son muy diferentes, y la
diferencia podría ser muy difícil de ser observada”.
El problema es que la corona es un gran conductor térmico. Si una bomba
de calor explota, el calentamiento producido como consecuencia de dicha
explosión se extiende rápidamente a lo largo de una región extensa.
Parpadea, y eso se verá muy parecido al calentamiento uniforme.
Afortunadamente, el IRIS nunca parpadea. A través de una observación
reciente, llevada a cabo mediante los espectrógrafos del observatorio,
se encontró evidencia de estos eventos aislados y explosivos.
Paola Testa, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithonian (Harvard-Smithonian
Center for Astrophysics, en idioma inglés), autora del artículo
principal que reporta los resultados, dice: “Como IRIS tiene una
resolución diez veces mejor de la región de transición que los
instrumentos anteriores, pudimos ver material caliente moviéndose hacia
arriba y hacia abajo a través de los campos magnéticos de la parte
inferior de la corona. Esto es compatible con los modelos de la
Universidad de Oslo, en los cuales la reconexión magnética pone en
marcha bombas de calor en la corona”.
Testa enfatiza que otros mecanismos de calentamiento también pueden
estar actuando. Aun así, estas nuevas observaciones podrían ayudar a
descifrar cuánto calentamiento proviene de eventos aislados, ayudando
así a los investigadores a resolver un rompecabezas muy complejo que
tiene décadas de antigüedad.
Fuente: NASA
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