El Océano Ártico, u Océano Glacial Ártico, (cada vez menos glacial) se
está derritiendo a pasos agigantados.
Mientras la extrema derecha capitalista, de la que el reciente electo
Donald Trump es un relevante exponente, quizás llevada por sus ansias de
negocio a corto plazo se obstinan en negar el profundo cambio climático
que está sufriendo nuestro planeta, sin importar en absoluto le que vaya
a suceder a nuestros hijos, otros, los científicos de bien, investigan y
luchan por paliar lo inevitable: Un creciente y constante aumento de las
temperaturas, el deshielo de los polos del planeta y una extensa lista
de catástrofes medioambientales.
Dos décadas después de que Naciones Unidas estableciera la Convención
Marco sobre Cambio Climático para “prevenir la peligrosa interferencia
de la mano del hombre en el sistema climático de la Tierra”, el Ártico
muestra los primeros signos de un cambio climático peligroso. Así lo
asegura un grupo de científicos, liderado por el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC), en un artículo publicado en el
último número de la revista Nature Climate Change.
Según los investigadores, el Ártico sufre ya algunos de los efectos que,
de acuerdo con el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC
por sus siglas en inglés), se corresponden con un “cambio climático
peligroso”. La velocidad del calentamiento supera ya a la de adaptación
natural de los ecosistemas árticos. Además, las comunidades esquimales
están viendo peligrar su seguridad, su salud y sus actividades
culturales tradicionales.
Los expertos reclaman un esfuerzo para desarrollar indicadores que
alerten con tiempo de estos cambios, mitigar sus causas y reconstruir la
capacidad de adaptación y recuperación de ecosistemas y comunidades.
“Nos enfrentamos a la primera evidencia clara de un cambio climático
peligroso y, sin embargo, parte de los científicos y los medios de
comunicación están sumidos en un debate semántico sobre si el hielo
oceánico del Ártico ha alcanzado o no un umbral de inflexión. Todo ello
está distrayendo la atención de la necesidad de desarrollar indicadores
que alerten de la proximidad de futuros cambios abruptos y de la
formulación de políticas para evitarlos verdadero objetivo de
desarrollar indicadores que alerten de futuros cambios abruptos”, señala
el investigador del CSIC Carlos Duarte, autor del artículo.
¿Bombas de agua para combatir el deshielo en el Ártico?
En los momentos actuales, un equipo de científicos de Estados Unidos
propuso combatir el deshielo del Ártico mediante el uso de grandes
bombas que arrojen agua sobre la superficie del hielo, donde se
congelara más rápido, como si se tratase de grandes cañones de nieve
como los que se usan en las estaciones de sky, pero actuados mediante
energía eólica.
Los investigadores de la Universidad Estatal de Arizona plantearon
construir 10 millones de bombas eólicas para extraer agua y derramarla
sobre la superficie del hielo, en un proyecto que costaría 500 mil
millones de dólares, publicó la revista "Earth's Future" en su última
edición.
Las bombas de agua gigantes se asentarían en boyas flotando en el
Ártico, donde tomarían agua de debajo del hielo y la rociarían en
invierno sobre la superficie.
Como la parte superior de la capa de hielo es la parte más fría, el agua
arrojada encima del hielo se congelaría más rápido, incrementando la
masa gélida.
"Si esto funciona, se revertiría la tendencia de pérdida de hielo
marino, se recuperaría parte de lo perdido y se frenaría el aumento del
nivel de los mares".
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