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Prevención contra la corrosión hídrica

 

La corrosión se hace presente en nuestra vida a través de, en una primera fase, la oxidación incipiente del acero, el deterioro metálico de los aparatos y las superficies, y otras muchas incidencias, tales como fallas en las estructuras de puentes y carreteras, deterioro de los automóviles, electrodomésticos, tuberías de agua, etc.


En lo que respecta a las instalaciones hidráulicas, la corrosión es más preocupante en la actualidad, ya que sus componentes, entre ellos plomo y cadmio, son altamente tóxicos y se ha descubierto que se disuelven lo suficiente en el agua potable como para representar serios peligros para la salud; como reacciones adversas en el cerebro y los sistemas nervioso reproductivo y circulatorio, además de daños renales. La corrosión del cobre, el hierro y el zinc puede perforar la tubería, y los productos de corrosión de estos metales pueden causar la obstrucción de los circuitos y contaminarlos.

 

El proceso corrosivo se ha identificado como una reacción electroquímica en la que están involucrados ánodos y cátodos; el ánodo es el electrodo donde ocurre la pérdida de electrones, se forman iones metálicos positivos y ocurre la corrosión y la oxidación química, y el cátodo es el que se protege. El caso más común sería unir dos metales distintos; por ejemplo, se conecta una tubería de acero y una válvula de metal que contenga cobre, en este caso, el acero sería el ánodo y el cobre el cátodo, entonces el acero se corroe y el cobre quedaría protegido.

 

En el acero galvanizado, el zinc es el ánodo de sacrificio que inhibe la corrosión del cátodo.

 

Además del ánodo y el cátodo existen otros dos componentes en la celda de corrosión, que son: el electrolito, agua por ejemplo, y el circuito eléctrico, los cuales son también esenciales para que la corrosión ocurra.

 

Para reducir o detener la corrosión existen diversas posibilidades:

 

Aislar el ánodo respecto al cátodo.

 

Aplicar un recubrimiento protector que interrumpa la corriente de la corrosión.

Imponer una corriente eléctrica opuesta a la corriente de la corrosión (protección catódica).

 

Eliminar el electrolito (manteniendo el metal seco).

 

Entre otras.

 

En una superficie de acero corroído se pueden formar numerosos pares de ánodos y cátodos pequeños e individuales para perpetuar el proceso corrosivo; esto lo pueden causar ligeras diferencias de exposición al ambiente, cuando en la superficie hay películas protectoras imperfectas, pequeñas diferencias en el contacto con el aire y el agua, y en la limpieza de las superficies.

 

Mediante pruebas periódicas se puede detectar a tiempo el inicio de los procesos corrosivos y tomar medidas protectivas, tales como realizar cambios en los equipos, controlar los productos químicos utilizados en el tratamiento de las aguas, etc., evitando que se produzcan serias consecuencias, tales como perforaciones, fugas y la obstrucción de tuberías con los residuos procedentes de la corrosión.

  

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