La Base Antártica Española Gabriel de Castilla, en la isla Decepción, en
la Antártida. / Valentín Carrera |
El proyecto, liderado por el CSIC, analizará los mecanismos de llegada y
acumulación de estos nocivos contaminantes a partir de muestras tomadas
en la isla Decepción. El trabajo estudiará el papel de la nieve y los
pingüinos en el transporte y acumulación de contaminantes en la
Antártida.
El proyecto SENTINEL, liderado por investigadores del Consejo Superior
de Investigaciones Científicas (CSIC), estudiará la presencia de
contaminantes orgánicos persistentes (COP) en el ecosistema antártico.
Su objetivo es conocer los mecanismos por los que estos nocivos
contaminantes llegan y se acumulan en los ecosistemas polares. La
campaña de muestreo de SENTINEL se desarrollará del 19 de enero al 23 de
febrero desde la Base Antártica Española Gabriel de Castilla del
ejército de tierra, situada en la isla Decepción, y se enmarca en la XXX
Campaña Antártica (2016-2017).
“Se recogerán muestras de aire, nieve, suelos, sedimentos, guano, agua
de mar y biota (plancton e invertebrados) en la isla Decepción”, explica
Jordi Dachs, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua.
Dachs es investigador principal del estudio junto a Begoña Jiménez, del
Instituto de Química Orgánica General. Jiménez añade que “el análisis de
las muestras permitirá estudiar la presencia de contaminantes orgánicos
y de los mecanismos de llegada y acumulación de los COP en este ambiente
remoto”.
El 15 de enero parten hacia Punta Arenas (Chile) Elena Cerro, Mariana
Pizarro y Jose L. Roscales, los tres miembros de SENTINEL encargados del
muestreo. Desde allí, el día 19 volarán hasta la Isla Rey Jorge (islas
Shetland del Sur) junto con los miembros de otros proyectos de
investigación. Finalmente, el buque oceanográfico español Sarmiento de
Gamboa los transportará hasta la vecina isla Decepción.
La Antártida, centinela de la contaminación
La hipótesis de trabajo de SENTINEL es que la Antártida, y
específicamente la parte norte de la Península Antártica, es una región
centinela para la identificación de los contaminantes químicos que
tienen el potencial de ser distribuidos a nivel mundial y es un
escenario esencial para mejorar la comprensión sobre el comportamiento
de estos contaminantes en el medio ambiente global, según explican los
investigadores.
El trabajo se centrará en aspectos poco conocidos, como el papel de la
nieve como vector de entrada de contaminantes, el papel de los pingüinos
como vectores para el transporte y acumulación de contaminantes en zonas
costeras antárticas, y la influencia de los contaminantes orgánicos en
las comunidades bacterianas marinas. “SENTINEL pretende también evaluar
el uso potencial del estudio de la presencia de COP en la Antártida como
centinela de la contaminación a escala global”, añade Dachs.
Las sociedades desarrolladas usan más de 100.000 sustancias orgánicas
sintéticas en multitud de productos industriales, domésticos y
agrícolas, de las cuales, varios miles, han sido encontradas en el medio
ambiente. “Aunque los remotos ecosistemas antárticos están lejos de las
fuentes directas de contaminantes orgánicos persistentes, ya hace tiempo
que se constató su presencia en la atmósfera, el océano y en muestras
terrestres antárticas”, detalla Dachs.
“Los contaminantes orgánicos persistentes son un grupo de sustancias
químicas que constituyen “la élite” de los contaminantes químicos que
hemos liberado al medio ambiente. Se caracterizan por: una gran
persistencia en el medio, una alta toxicidad para el hombre y la fauna,
incluyendo su carácter carcinogénico y su capacidad para imitar nuestras
hormonas (disrupción endocrina); además, los procesos de bioacumulación
y biomagnificación les permiten acumularse en los organismos a lo largo
de su vida y amplificar su presencia a través de las cadenas tróficas”,
explica Jiménez. “Pero, además, pueden viajar por aire y agua y pasar de
un medio a otro. Así, los mecanismos de circulación global atmosférico y
oceánico los dispersan por todo el planeta, convirtiéndolos en una
amenaza de carácter global”, advierte Jiménez.
Fuente: CSIC 12 de enero de 2017
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