En la imagen: Vista de distintos tipos de fotobiorreactores utilizados
en la planta para el cultivo de microalgas de Almería |
El proyecto Algae for Healthy World, A4HW, está integrado por siete
socios muy heterogéneos, liderados por Endesa y con la Universidad de
Cádiz como coordinador técnico, lo que permite abordar el proyecto desde
un punto de vista multidisciplinar y avanzar en la investigación y
desarrollo de las microalgas para el consumo humano. Se propone también
avanzar en el conocimiento de la bioluminiscencia a partir de
microalgas.
Artículo publicado por Inma Gonzalvo del Centro de Investigaciones
Biológicas (CSIC-CIB), AINIA el 21 Diciembre 2016.
Madrid, 21 de diciembre, 2016 – Nace Algae for Healthy World, un
consorcio para Micro Seaweeds Products, Novatec y Universidad de Cádiz-
se han reunido para formalizar el inicio del proyecto, cuyo objetivo
pasa por desarrollar las herramientas biotecnológicas necesarias para
mejorar y optimizar la producción de biomasa de origen marino.
El consorcio, liderado por Endesa y con la Universidad de Cádiz como
coordinador técnico, está constituido por siete socios de perfil
heterogéneo (líderes cada uno de ellos en su campo de investigación),
que aportan una visión complementaria y multidisciplinar. En la reunión
de lanzamiento, los promotores del proyecto han resaltado el objetivo
del estudio de “generar nuevos productos y aumentar la rentabilidad de
la tecnología de cultivo de microalgas a escala industrial, así como
posicionar a España como líder en la producción de estos bioproductos”.
El mercado de biomasa de microalgas genera en la actualidad cerca de
10.000 toneladas al año de materia seca, lo que reporta una facturación
de aproximadamente 1.500 millones de euros al año a nivel mundial.
El proyecto Algae for Healthy World, A4HW, cuenta con un presupuesto de
un millón de euros para un plazo de desarrollo de dos años y está
cofinanciado por la Unión Europea a través de los fondos FEDER, dentro
del programa Retos Colaboración del Ministerio de Economía, Industria y
Competitividad (en concreto “Reto de Seguridad y calidad alimentarias;
actividad agraria productiva y sostenible, recursos naturales,
investigación marina y marítima”).
Además, pretende también desarrollar las herramientas biotecnológicas
necesarias para mejorar y optimizar la producción de biomasa y
desarrollar el estudio de pigmentos -antioxidantes principalmente-, y
otras fracciones de valor añadido, a partir de diferentes microalgas,
focalizando sus desarrollos en diferentes cepas de Spirulina,
Nannochloropsis gaditana y Pyrocistis. Los resultados del proyecto se
validarán en la planta piloto de microalgas de más de 1.500 m2 para la
captura y fijación de CO2 que Endesa tiene desde 2006 en la localidad de
Carboneras (Almería) para demostrar los usos de las microalgas y sus
extractos de interés en el sector alimentario. A pesar de los usos
extensivos de la Spirulina como alimento, resulta paradójico que aún no
se hayan desarrollado las herramientas moleculares precisas para su
mejora, lo que proporciona al consorcio una importante oportunidad de
posicionamiento científico-tecnológico.
El proyecto Algae for Healthy World, (A4HW) se propone también avanzar
en el conocimiento de la bioluminiscencia. Lo que simplemente se ve como
luz en el mar es un fenómeno que se produce en casi todos los organismos
que habitan en mares y océanos, desde bacterias hasta grandes peces, y
que influyen en el comportamiento y la dinámica del sistema completo. La
investigación desarrollada por la empresa Mar Cristal Marilum,
abanderada por el reconocido internacionalmente chef gaditano Ángel
León. La Universidad de Cádiz, sede del Campus de Excelencia
Internacional Global del Mar, ha venido desarrollando durante los
últimos años investigaciones sobre la capacidad bioluminiscente de
distintas microalgas, que han hecho posible algo hasta ahora tan
impensable como “llevar luz a un plato”.
El CSIC-ICB aportará sus conocimientos en el campo del desarrollo de
herramientas basadas en la microbiología y la biología molecular y de
sistemas, AINIA participará como centro tecnológico especializado en las
tecnologías más avanzadas del sector alimentario, Neoalgae y Novatec
como socios industriales, el primero experto en cubrir el espacio que
existe entre la escala de laboratorio y los procesos industriales en el
campo de las aplicaciones de las microalgas y el segundo, como empresa
de ingeniería y desarrollo, realizará los diseños de los
fotobiorreactores, sistemas de cosechado y recolección y sistemas de
control que optimicen la producción de microalgas.
Dos mil años, desde el primer uso culinario de las algas
El primer uso de las microalgas por los seres humanos data de hace unos
2.000 años, en China, con el uso de la cianobacteria Nostoc para
alimentación en época de hambruna. También existen indicios de su uso
para la alimentación humana dentro de las culturas fenicia, egipcia,
maya y azteca. Sin embargo, la biotecnología microalgal comenzó
realmente a desarrollarse en la mitad del pasado siglo, empezando a
cultivarse como una fuente de compuestos de alto valor.
En la actualidad, son escasos los productos de algas comercializados y
también muy escasas las microalgas cultivadas para tales fines. No
obstante, las microalgas acumulan de forma natural compuestos de valor
comercial en la industria de la alimentación e incluso de los
combustibles, aunque en esta última vía los resultados alcanzados en
proyectos previos, no han sido los esperados. Según los responsables de
la Universidad de Cádiz, coordinador técnico del proyecto, conseguir que
las microalgas acumulen uno u otro tipo de biomoléculas estriba
esencialmente en el conocimiento exhaustivo de las rutas bioquímicas de
síntesis de los compuestos de interés y de los factores que las regulan.
La composición química de las microalgas no es un factor intrínsecamente
constante, sino que varía en un amplio rango en función de distintos
factores de cultivo como la temperatura, iluminación (intensidad,
longitud de onda y fotoperiodo), pH del medio, suministro de CO2,
concentración y tipo de nutrientes, fuente y concentración de nitrógeno,
salinidad y fase de crecimiento.
La variación de estos factores, en función de cada especie de microalga
utilizada, influye tanto en la composición bioquímica bruta de una
especie como en la estructura y concentración de aminoácidos, así como
en la disposición de los lípidos, el grado de insaturación de los ácidos
grasos o el contenido en vitaminas. Además, las variaciones en el
proceso de obtención de la biomasa y el momento de su recolección
también pueden modificar su estructura y composición.
Fuente: Inma Gonzalvo. Centro de Investigaciones Biológicas (CSIC-CIB),
AINIA
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