El árbol que podría salvar el clima terrestre, y con ello la vida sobre
la Tierra, recibe los nombres de “Kiri”, “Paulownia Tormentosa”, o
también “Princesa Real”.
Este árbol, considerado el de crecimiento más rápido de la Tierra, puede
llegar a medir hasta 10 metros de altura, tiene unas cualidades
extraordinarias y es de una gran belleza.
El Kiri no sólo absorbe diez veces más dióxido de carbono que cualquier
otro árbol del planeta, sino que además emite grandes cantidades de
oxígeno.
Desde el punto de vista paisajista posee un alto valor ornamental,
especialmente cuando florecen de una manera espectacular en racimos de
florales suntuosos, que van del blanco al rosa, violeta o azul.
La Paulownia recibe su nombre de la Gran Duquesa Anna Pavlovna, hija del
Zar Pablo I de Rusia. También se la conoce como árbol de la emperatriz o
kiri. La especie más conocida es la paulownia tomentosa, nombre que se
debe al tormento o vellosidad que recubre el reverso de sus hojas.
Originaria de China, crece tanto en valles bajos como en alta montaña,
incluso por encima de los 2 mil metros de altura sobre el nivel del mar.
En invierno, cuando pierde todas sus hojas, aporta una rica y abundante
capa de hojarasca de rápida descomposición, que aumenta la calidad del
suelo debido a la elevada concentración de nitrógeno que posee; de ahí
su elevada importancia en la recuperación de terrenos estériles.
Este árbol es capaz de crear un microclima en su entorno, aumentando la
humedad relativa y favoreciendo la producción de cultivos vegetales.
Su capacidad de crecimiento es tal, que una semilla es capaz de alcanzar
en ocho años el mismo tamaño que un roble de 40 años, pudiendo llegar a
medir casi cinco metros de altura en un solo año.
Otra característica importante de cara a la sostenibilidad, es su
capacidad de sobrevivir a los incendios, especialmente sus raíces, las
cuales poseen la facultad de regenerarse y crecer de forma muy rápida.
Puede ser talado y rebrotar desde las raíces preexistentes (como el ave
fénix); de ahí el nombre de “árbol Fénix”.
Tiene una longevidad de hasta 100 años y rebrota hasta 5 veces del mismo
tronco madre.
Las abejas son muy atraídas por sus flores. Los apicultores afirman que
su miel es la mejor del mundo.
Las raíces, al no ser rastreras, no producen roturas pavimentales ni
desperfectos en las infraestructuras, siendo por tanto un árbol muy
apreciado para arquitectura urbana.
Por todo ello, muchos países ya están proyectando utilizar estos
árboles, no solo por razones arquitectónicas y paisajísticas, sino
fundamentalmente por razones de sostenibilidad como medio para luchar
contra el cambio climático. Un ejemplo de ello es el llamado proyecto
“Kiri revolution”, consistente en la plantación de un millón de
ejemplares en Texas (EEUU), precisamente en terrenos estériles
degradados por los vertidos tóxicos industriales.
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