Imagen: Acueducto romano de Segovia |
Un equipo de investigación en paleoclimatología liderado por el CSIC, en
el que han intervenido el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN),
el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) y el Instituto de Física
Química Rocasolano (IQFR), ha realizado un trabajo de investigación, en
virtud del cual, la climatología pudo influir en el declive de la
presencia romana en la Península Ibérica.
Los investigadores han logrado reconstruir fases negativas de la
Oscilación del Mediterráneo durante los últimos tres milenios, un patrón
climático determinado por el gradiente de presión entre el este y el
oeste del Mediterráneo y que controla las lluvias en el sur de Europa,
de tal manera que cuando la Oscilación del Mediterráneo es negativa
llueve más en la Península Ibérica.
“Este detallado registro paleoclimático del oeste mediterráneo,
realizado en los fondos sedimentarios del lago Montcortés de Lleida,
nos muestra que los periodos de sequias han sido una tónica bastante
habitual durante los últimos 3000 años del Holoceno”, según manifiesta
el investigador del MNCN Gerardo Benito.
La reconstrucción, que va desde el año 763 a.C. al 2012, no solo ha
ayudado a entender las fluctuaciones del clima mediterráneo, sino que ha
permitido a los investigadores calcular con precisión los diferentes
periodos de retorno de las tormentas en el pasado. “Gracias a las
características del lago, el registro sedimentario es muy detallado por
lo que podemos determinar hasta la estación del año en la que se
produjeron las tormentas”, explicó el investigador del IQFR Juan Pablo
Corella.
La investigación refleja que entre los años 370 y 670, la península
Ibérica vivió una etapa climatológica caracterizada por ausencia de
lluvias y bajada drástica de las temperaturas, lo cual provocó un
periodo de procesos migratorios en Europa y la consecuente influencia
socio-económica que pudo probablemente desencadenar el declive final
del Imperio Romano en España.
Fuente: MNCN/IQFR.
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