Un estudio publicado en la revista BioScience, indica que los embalses
son una gran fuente de metano. Según indican los autores, el proceso
consiste en que, al inundarse zonas que contenían una gran cantidad de
materia orgánica (carbono), como árboles o pastos, éstos se descomponen
en dióxido de carbono, metano y óxido nitroso.
Además, el nitrógeno y el impulsan el crecimiento de algas en los
embalses, generando así más microorganismos responsables de la
producción de más metano.
Según los investigadores de la Universidad Estatal de Washington, hasta
ahora se desconocía que los pantanos emiten el equivalente a
1.000.000.000 de toneladas de dióxido de carbono al año, un 1,3 por
ciento de todas las emisiones producidas por el hombre.
Según el IPCC (Intergovernmental Panel of Climate Change), el gas (CH4)
en un hidrocarburo 34 veces más contaminante que el CO2, poseyendo una
capacidad de elevación de la temperatura atmosférica 25 veces superior a
la del anhídrido carbónico (CO2). Es por ello que la incidencia del
metano en el cambio climático tiene una enorme relevancia a nivel
mundial.
Una de las coautoras de la investigación, la doctora Bridget Deemer,
asegura que el problema es mucho más grave de lo que se consideraba en
un principio, dadas las considerables extensiones de embalses y pantanos
que se distribuyen por todas las regiones geográficas del planeta, y que
el número de pantanos en construcción es cada vez mayor, debido a las
crecientes necesidades de aprovechamiento de los recursos hídricos.
“En términos globales, contribuye en un 80% al calentamiento provocado
por las grandes reservas de agua. La incidencia de los embalses en la
producción de metano es un 25% mayor de lo esperado. Es un dato
importante teniendo en cuenta que hay tantos proyectos de nuevos
pantanos en construcción”, según Deemer.
Si bien existen cerca de 300 veces mayores cantidades de CO2 en la
atmósfera que de metano, se puede aseverar que este gas de origen
orgánico, es el responsable en un 80% del calentamiento global del
planeta, aunque cuantitativamente contribuya en menor cuantía al cambio
climático.
Con todo, los investigadores aclaran que el estudio no debe ser
considerado como una condena a la existencia de lagos y la construcción
de pantanos, todos ellos de gran interés en beneficio de la
sostenibilidad y de la supervivencia de las poblaciones y zonas rurales,
sino más bien para poder entrar a considerar las actuaciones humanas a
escala global y poder ponerlas al servicio de la protección del clima en
todos los aspectos, tanto de índole artificial, como de la naturaleza.
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