En nuestro análisis final, nuestro vínculo más básico es que todos
habitamos este pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire… (John F.
Kennedy).
La calidad del aire es un tema global. Las corrientes de aire arrastran
sustancias contaminantes gaseosas y en forma de partículas de una región
a otra, de un país a otro, e incluso de un continente a otro. Las
emisiones que se producen a causa de las actividades de los seres
humanos, la luz solar, el estado del tiempo, la contaminación que viene
de lejos, los incendios forestales y el polvo que esparce el viento
pueden afectar la calidad del aire. Y puede variar de un día a otro e
incluso de una hora a otra.
Abordar este tema global requiere un esfuerzo global. Y ese esfuerzo
está en marcha.
Estados Unidos, Corea del Sur y la Unión Europea lanzarán misiones con
satélites geoestacionarios, desde el año 2018 hasta 2022, las cuales
formarán parte de un sistema de monitorización global de la calidad del
aire. Este sistema incluye otros satélites, redes en tierra, modelos de
la calidad del aire y muestreos aéreos. Los satélites geoestacionarios
permanecen ubicados en un solo lugar sobre la Tierra, lo que permite que
los instrumentos colocados a bordo reúnan datos continuamente durante el
día para monitorizar el cambiante estado del aire en esa parte del
globo.
En mayo de 2016, la NASA y el Instituto Nacional Coreano para la
Investigación Ambiental (Korean National Institute for Environmental
Research, en idioma inglés) comenzaron una misión precursora con el fin
de prepararse para este sistema global de monitorización de la calidad
del aire, el cual no tiene precedentes. El estudio denominado “Estudio
Coreano – Estadounidense sobre la Calidad del Aire” (KORUS-AQ, por su
acrónimo en idioma inglés) está evaluando la calidad del aire en Corea
del Sur utilizando observaciones proporcionadas por aviones, estaciones
en tierra, barcos y satélites. KORUS-AQ es uno de varios experimentos de
campo que se están llevando a cabo este año y que monitorizarán la
“salud” de nuestro planeta.
James Crawford, del Centro de Investigaciones Langley (Langley Research
Center, en idioma inglés), de la NASA, afirma: “KORUS-AQ está ayudando a
los científicos a comprender cuáles son los factores que afectan la
calidad del aire, cómo interaccionan las emisiones superficiales, el
transporte atmosférico y las transformaciones químicas y cómo cambian
con el paso del tiempo. KORUS-AQ nos prepara para sacar ventaja del
sistema global que está por llegar ejercitando todas las perspectivas de
observación, integrando los datos y usándolos para poner a prueba
nuestros modelos de la calidad del aire”.
La península coreana es un sitio excelente para estudiar la calidad del
aire. La ciudad de Seúl es una de las cinco áreas metropolitanas más
pobladas del mundo y las emisiones locales que provienen de su dinámico
sistema de transporte y de la industria presentan desafíos para la
calidad del aire que son similares a los que se enfrentan las
megaciudades del mundo. La posición de Corea, que recibe el viento desde
China, también deja a la luz el tema de la contaminación transportada
versus la local; además de la contaminación que le llega desde las
megaciudades de China, los penachos de polvo del desierto de Gobi pueden
también encaminarse hacia la península de Corea. Esta complejidad
relacionada con la contaminación local y la que llega de otros sitios
demuestra la dificultad para idear estrategias destinadas a mejorar la
calidad del aire.
En estos estudios, hay tres aviones involucrados. El laboratorio aéreo
DC-8 de la NASA, que transporta instrumentos de la NASA y de Corea del
Sur, está midiendo directamente la composición de la atmósfera sobre la
península de Corea a altitudes de entre aproximadamente 1.000 y 25.000
pies sobre el suelo. Un avión King Air, de la NASA, vuela más alto, con
instrumentos a control remoto que simulan las observaciones satelitales.
Corea del Sur está haciendo volar su propio King Air, que transporta
sensores surcoreanos y de la NASA para que puedan medir directamente la
atmósfera en áreas donde el DC-8, más grande y menos ágil, no puede
acceder. Además, los científicos coreanos están recolectando datos
mediante su red terrestre de monitorización de la calidad del aire, la
cual está formada por más de 300 estaciones. Asimismo, alojan
instrumentos de la NASA en algunas de las estaciones terrestres.
Juntos, los investigadores de Corea del Sur y de Estados Unidos, están
planeando y coordinando los vuelos. En conjunto, están dando pronósticos
sobre la calidad del aire utilizando un grupo de simulaciones modelo.
Los datos proporcionados por el KORUS-AQ brindarán una prueba importante
de estos modelos y de su capacidad para predecir con precisión las
condiciones de la calidad del aire.
“Es extremadamente importante mejorar los modelos”, explica Crawford.
“La confianza en nuestra capacidad para simular la calidad del aire
actual nos permite dar el próximo paso y predecir cómo respondería la
calidad del aire ante futuros escenarios de emisiones de gases.
Asimismo, poner a prueba cómo mejorarían la calidad del aire las
diversas políticas destinadas a regular las emisiones contaminantes
permitiría tomar decisiones responsables”.
Las personas de todo el mundo se beneficiarán de este esfuerzo en
equipo. Los científicos atmosféricos que utilicen los datos del KORUS-AQ
y las futuras constelaciones de satélites geoestacionarios con el fin de
medir la calidad del aire trabajarán juntos para ayudar a lograr que
esos beneficios se hagan realidad.
Fuente: NASA
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