Corrosión por lluvia ácida de origen industrial alarma a población
asturiana.
Ante la aparición de noticias de este tipo, no queda más remedio, en
conciencia, que hacerse eco de ellas, con la esperanza de que alguien
con suficiente poder decisorio, pueda poner veto a las emisiones que
ponen en peligro la vida sobre el planeta.
En diversas localidades de la comunidad autónoma de Asturias se ha
producido un fenómeno de corrosión anormal en vehículos estacionados en
las proximidades de la central térmica de Aboño, según han denunciado
ante la Policía Nacional diversos vecinos de Tremañes.
Y es que, según manifiestan los afectados, en los últimos días han
aparecido varios vehículos con corrosión en sus carrocerías, tubos de
escape, etc., que atribuyen a una posible existencia de lluvia ácida que
podría proceder del grupo 2 de la central térmica de Aboño.
Ya hace tres años, en enero de 2013, unos 200 vehículos se vieron
afectados por el arranque del horno B de la compañía ArcelorMittal
inactiva durante los siete meses anteriores. Por aquel entonces, la
Policía Nacional se vio abrumada por una masiva cantidad de denuncias
de particulares por la corrosión anormal que presentaban los vehículos
estacionados en las calles de diversas localidades de la zona.
Hay que añadir que, si bien las industrias fabricantes de automóviles
protegen a sus vehículos contra la corrosión ambiental convencional, lo
que no es previsible es la presencia de condiciones extremas
artificiales, como es el caso de la corrosión motivada por emisiones
contaminantes anormales potencialmente corrosivas a corto o medio plazo
como consecuencia de la lluvia ácida generada por emisiones industriales
descontroladas.
La noticia publicada por LNE en su editorial del 2016-02-27, indica que
solo cinco empresas emiten el 80 por ciento de todo el CO2 atmosférico
en Asturias. La Central Térmica de Aboño (Gijón) y las plantas de
ArcelorMittal en Gijón y Avilés son las instalaciones más contaminantes
de la región, añadiendo que la temperatura atmosférica en Asturias ha
aumentado 0,21 grados por década desde los años 60 como consecuencia de
la liberación a la atmósfera de grandes cantidades de gases de efecto
invernadero.
De ser esto cierto, la corrosión de los automóviles aparcados en las
zonas colindantes afectadas, son solo un problema insignificante en
comparación con los daños infringidos al medio ambiente.
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