Según un artículo publicado en la revista “Science”, basta con
enrollar en continuo paquetes de fibras de polietileno de alta
resistencia, como el hilo de pescar, para transformarlos en músculos
artificiales eficientes. Esta torsión extrema les permite funcionar como
músculos de torsión que pueden levantar cargas cien veces más pesadas
que los músculos humanos de la misma longitud y peso. También podrían
generar un centenar de veces más energía mecánica por longitud y peso
que los músculos humanos, aproximadamente la misma potencia mecánica que
un motor a reacción.
El grupo de Carter Haines de la Universidad de Texas se ha inspirado en
materiales tan sencillos como el sedal o los hilos de costura para
fabricar un material muy resistente que podría revolucionar campos como
la medicina, la industria textil (fabricación de nuevos tejidos
inteligentes, como ropa más fresca y cálida según la temperatura), la
construcción, etc.
Estos paquetes de fibras retorcidas al máximo, a modo de masas
musculares artificiales, pueden activarse con cambios de temperatura,
de tal manera que se pueden contraer de manera espectacular cuando se
calientan y vuelven a su longitud inicial cuando se enfrían.
En comparación con los músculos naturales, que se contraen sólo un 20
por ciento, estos nuevos músculos pueden contraerse en aproximadamente
un 50 por ciento de su longitud.
Retorcer un conjunto de sedales de pesca de polietileno, cuyo diámetro
total es solo 10 veces más grande que un cabello humano, da lugar a un
músculo de polímero enrollado que puede levantar 7,2 kilogramos.
Manejados en paralelo, de forma similar a como se configuran los
músculos naturales, un centenar de estos músculos de polímeros podrían
levantar alrededor de 0,8 toneladas, según calcula Baughman.
En el extremo opuesto, los músculos de polímeros enrollados que
funcionan de manera independiente, que tienen un diámetro menor que un
cabello humano, podrían producir expresiones faciales humanas para
humanizar los futuros robots de compañía para personas mayores. También
podrían ayudar a construir nuevos brazos robóticos con sentido del
tacto, entre otras muchas aplicaciones.
Fuente: UPM (Biomateriales).
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