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Algunos materiales, tales como la médula de sauco, u otros materiales de
origen polimérico, cuando son frotados enérgicamente, son capaces de
adquirir propiedades magnéticas temporales, pero lo que hasta ahora no
se había conseguido es que pudieran conducir la electricidad de forma
permanente.
Así, materiales biológicos, tales como cómo el algodón, o restos
celulósicos, resulta que pueden ser empleados para conducir la
electricidad o ser atraídos por un imán si se les dota de determinados
tratamientos.
Un grupo de científicos de la Universidad de Costa Rica ha conseguido
dotar a determinados materiales vegetales de estas propiedades,
conforme al proyecto de investigación: "Funcionalización de
biomateriales lignocelulósicos con materiales conductores de la
electricidad y nanopartículas magnéticas", liderado por el Dr. Erik
Castellón Elizondo.
Para aportar propiedades eléctricas y magnéticas a la materia vegetal,
se le aplica una sustancia activa, que suele ser un polímero, capaz de
transferirle estas propiedades. Esto se consigue, en el caso de
partículas magnéticas, mediante la precipitación de sales de hierro con
alguna solución básica, de modo que las sales precipitan sobre el
material biológico transformándose en óxidos que mantienen la propiedad
magnética a transferir. Las partículas suelen modificarse con
polisacáridos similares a la pared vegetal para que puedan transferir la
propiedad al biomaterial sin problemas de compatibilidad.
En la investigación se utilizan materiales sencillos, pero se piensa que
se podría extrapolar a otros materiales más complejos. Entre las
aplicaciones consideradas, cabe destacar el uso de esta propiedad con
fines medioambientales, concretamente en la remediación de aguas
contaminadas, ya que los principales contaminantes, como el arsénico
presentan carga negativa, pudiéndose eliminar mediante el uso de
biomateriales cargados positivamente.
Fuente: Dicyt
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