Las bacterias rojas del azufre, también conocidas como bacterias
púrpuras del azufre, son microorganismos autofotosintéticos (capaces de
realizar por sí mismas la fotosíntesis).
Este tipo de bacterias se encuentran principalmente en lagos y
manantiales sulfhídricos de origen volcánico, cuya atmósfera circundante
tiene carencia de oxígeno; de ahí que sean catalogadas como anaerobias o
microoxigénicas. Esto hace que no utilicen agua como medio reductor,
sino el propio anhídrido sulfuroso (SH2) del medio.
Su fotosíntesis es estimulada mediante el espectro solar de longitud de
onda visible (luz día) con predominio del rojo; de ahí que tengan color
rojizo debido a su contenido en carotenoides.
Hay que añadir, no obstante, que estas bacterias rojas pueden coexistir
en lechos profundos con otras de color verde, en ausencia de luz (de
hecho se han encontrado en fumarolas marinas a gran profundidad).
Los lagos más idóneos para el crecimiento de las bacterias rojas son
aquellos en los que el agua sedimentaria salina del fondo, rica en
azufre, no se mezcla con el agua más dulce de la superficie (debido a su
diferencia de densidad), produciéndose un flujo ascendente de gases
sulfurosos. En este escenario nos encontramos con que, en el fondo
anóxico, las bacterias púrpuras del azufre pueden formar masas densas de
células llamadas floraciones.
Debido a que las aguas de esta naturaleza suelen estar influenciadas por
actividades volcánicas, la temperatura juega un papel relevante en la
producción de este tipo de bacterias.
A escala de laboratorio se pueden cultivar este tipo de bacterias por
medio de frascos erlenmeyer de vidrio pyrex con tapón hermético (para
evitar la entrada de oxígeno) en cámaras climáticas con control de
temperatura y radiación lumínica de longitud de onda selectiva para la
fotosíntesis de los carotenoides.
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